El Festival Audiovisual de Neuquén (FAN) se prepara para una nueva edición, y este año, su apertura no podría ser más singular. Dinolandia, la película que desató curiosidad, risas, debates y fascinación desde su paso por BAFICI, será la encargada de inaugurar el evento, en plena competencia dentro de la categoría de largometraje nacional.

El FAN: un espacio para arriesgar, descubrir y celebrar
Con más de 60 obras seleccionadas, proyecciones en siete sedes y entrada gratuita para el público, el FAN se ha consolidado como uno de los festivales más importantes del país para el cine independiente. Neuquén capital abre sus salas y centros culturales a un público diverso: estudiantes de cine, realizadores, familias, cinéfilos curiosos y espectadores casuales que, tal vez sin saberlo, están por encontrarse con una película difícil de borrar de la memoria.
La decisión de abrir el festival con Dinolandia no es azarosa. El FAN busca, año a año, sorprender desde su primera función. No comenzar con lo obvio, sino con aquello que despierta conversaciones. Ese lugar es, precisamente, el territorio natural de Dinolandia.
Una película que nace de un hallazgo… y de una tormenta
Dinolandia parte de un suceso real que muchos conocen de manera fragmentada: el hallazgo del Giganotosaurus Carolinii, uno de los dinosaurios más grandes del mundo, descubierto por un mecánico aficionado, Rubén Carolini, en las afueras de Villa El Chocón. Pero la película no se detiene en el hecho científico. Lo que propone es mucho más inquietante: ¿qué ocurre cuando una criatura extinta emerge en medio de una comunidad viva? ¿Qué despierta ese gigante en la política, en los egos, en los museos, en los pueblos? ¿Qué poder tiene un fósil para dividir o unir a un lugar?

La película utiliza elementos de archivo, entrevistas, animaciones en 3D y escenas reconstruidas con mordacidad y precisión. Es un retrato de personas reales enfrentadas a algo más grande que ellas: la posibilidad de dejar huella, de convertirse en historia. Y, como suele ocurrir con los dilemas humanos, todo se mezcla: orgullo, ambición, rumores, traiciones, sueños.
El humor como herramienta para hablar de grandeza y pequeñez
Uno de los rasgos que han hecho de Dinolandia una película tan comentada es su tono. No es solemne. No busca la épica de los grandes discursos ni la reverencia hacia los fósiles. Prefiere la ironía, el pequeño gesto, el comentario al pasar. Hay algo profundamente humano en sus personajes: la ilusión de un descubrimiento, la pelea por un museo, la sospecha permanente, las banderas que se alzan por orgullo personal más que por ciencia.
Esa mezcla de comicidad y tragedia pequeña —de pueblo, pero universal— convierte la película en una experiencia inesperada. Muchos espectadores salen entre risas y, al mismo tiempo, llenos de preguntas sobre el poder, la memoria y la propiedad de los relatos.
El gigante invisible: lo que queda después de la proyección
A diferencia de otras obras sobre descubrimientos científicos o hitos históricos, Dinolandia no cierra nada. No otorga gloria. No ofrece moralejas. Lo que deja, más bien, es un campo abierto: el espacio para que cada espectador construya su versión.
¿Hasta dónde un hallazgo puede cambiar el destino de un pueblo?
¿Quién se queda con la gloria… y quién con el silencio?
Después de la película, el público no discutirá sobre dinosaurios. Discutirá sobre personas. Y eso, tal vez, es lo más potente que puede hacer una película.
El FAN habilitará su cronograma oficial en los próximos días, con horarios y sedes específicas para cada largometraje. Dinolandia tendrá su función inaugural y, posteriormente, nuevas proyecciones dentro de la competencia. El acceso será libre y gratuito, garantizando que cualquier espectador —con o sin credencial— pueda ser parte del evento.